
¿Cuántas veces se habrán hecho reseñas de Nueve Reinas?
¿Cuántas veces se tomaron referencias de este hito del cine argentino?
En esta oportunidad, debo confesar que debo ser una de las primeras personas que vio Nueve Reinas en el 2024. Muchas personas me indicaron que me estaba perdiendo de una pieza fundamental, de aquello que reconocemos como cine argentino. Del cine con la cultura a flor de piel, de las historias profundas, bizarras y/o de poco presupuesto. Un cine que da y abarca todos los gustos. Nuestro cine.
Ahora bien… La vi sin leer o sin saber de la trama. Estaba a la expectativa de cualquier sorpresa, ante un relato encaminado por los personajes de Gastón Pauls, cómo Juan, y Ricardo Darín, cómo Marcos. Nombres tan simples para personajes tan complejos.
En el marco de la crisis socio-económica que atravesaba la Argentina en los 2000s, Juan se cruza con Marcos. Esto sucede cuando atrapan a Juan intentando realizar una artimaña a la cajera para sacarle plata, y Marcos interviene. Tras salir del local, estos protagonistas de a pie recorren la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aprendiendo el uno del otro. Desde sus problemas personales hasta sus trucos para timar a la gente. Hasta que se cruzan con una estafa de “una en un millón”: vender las estampillas de las “Nueve Reinas”.
En adelante, los protagonistas nos transmiten cada una de sus experiencias, en la travesía por sellar el trato: desesperación, ansiedad, enojo, humillación, etc. Se llevan a cuestas cada uno de los obstáculos, mientras que, cómo espectadores, nos comprometen a prestarles atención, a no perdernos ningún detalle. Esto se logra gracias a la increíble producción detrás. Desde los planos secuencia a los planos con angulación en picada, el montaje nos genera la dinámica necesaria para que dichas sensaciones ocurran. Ni hablemos de la complejidad del guión o del desenlace de esta trama, que no me atrevo bajo ningún término a spoilearlo.
Sí me parece oportuno traer a la mesa, dos frases: “Putos sobran, faltan financistas” y “este país se va a la mierda “. Ambas frases dichas por el cararota de Marcos. Dos frases que, en la actualidad, sirven para explicar nuestro contexto como argentinxs. Dicho esto, Nueve Reinas continúa con el título de hito argentino, no solo por la carga coyuntural al mostrarnos la falta de empatía, sino porque se convirtió en un film atemporal. Cuyos protagonistas son realistas, cargados de significantes argentinos y con la crudeza de la cultura de la estafa. Una caracterización a cargo de la mente brillante de Fabián Belinsky.
Esta película traicionera me encantó. Recomiendo.
Fin.