
Sábado a la noche, no salis, no podes pensar en otra cosa, no vas a dormir, pero solo podés pensar en una cosa.
Te levantas, aunque no dormiste nada, empiezan los mensajes. ES HOY! no hay otra posibilidad, hoy se nos da.
Definís mate con facturas o birra y picada, al final metes todo junto, queda ahí porque no te entra un bocado de los nervios.
Salen nuestros futuros héroes, una sensación rara te corre por el cuerpo, suenan los himnos y la emoción y la euforia se hacen presentes.
Llega el momento, el tiempo pasa más lento que nunca, hasta que un ángel, como caído del cielo desborda y desata la locura de todos, agarra la pelota el capitán y por dentro pensas este no erra, llega el primero gritos, miradas atónitas, abrazos, pero calma que todavía falta. El ángel se vuelve a hacer presente, otra vez los gritos, la locura y algún que otro llanto se apoderan de la situación. Se viven momentos de incomoda tranquilidad.
Pero toda historia tiene un villano que pone tensa la situación. En ese momento algo se rompe, ya nadie habla, nadie dice nada.
El villano Iguala las cosas, pero los buenos no se dan por vencidos y en un momento de incertidumbre total pasan al frente, nadie entiende nada pero por las dudas gritas, todo confirmado y parece ser el día, pero ese villano es más fuerte de lo que parece y la batalla tiene un capítulo más.
Este transcurre bajo una tensión inexplicable en palabras, un nuevo villano se suma a la película, ahora son más y va a ser más difícil, una pelota en el aire, el tiempo se detiene y como en cámara lenta, aparece el héroe de toda historia que termina con final feliz y nos da esperanza cuando solo había oscuridad.
La batalla final comienza, el villano parecía invencible pero tenía una tropa débil y el héroe estaba más enfocado que nunca, hasta que llega el momento que aparece un actor, que hasta el momento parecía de reparto, agarrando la pelota más pesada del mundo para darnos la victoria y la alegría mas grande de nuestras vidas. Dándole el premio a quien mas lo merecía y a quienes mas lucharon por tenerlo. El rey tenía su corona y todo un país se encomienda para celebrar su triunfo.
Era campeón del mundo ¡Éramos campeones del mundo!
Sos campeón del mundo!
La emoción ya es incontrolable e hizo que cada segundo de sufrimiento valiera la pena, la espera eterna quedaba pulverizada en una sola imagen que hizo que todo lo anterior dejará de importar.
Gracias a nuestros héroes a un año de la alegría más grande que podríamos haber vivido.