
¿Qué aparece en tu mente cuando pensas en “romance”? ¿Una primera cita, un abrazo, un
primer amor…? En «Vidas Pasadas», el romance nace y se desarrolla en la simpleza del ser y estar.
Este relato arranca en los años 2000, precisamente en Seúl, Corea del Sur. Na Young y Hae
Sung son compañeros de clase. Con el paso del tiempo, su amistad florece hacia el primer
amor, donde la ternura e inocencia se encuentran. Sin embargo, la familia de Na Young tiene
que emigrar a Toronto, para un mejor futuro. A sus doce años de edad, nuestros
protagonistas sufrirán las consecuencias del mundo adulto, y darán sus primeros pasos hacia el resto de sus vidas.
En la lejanía, sus historias continuaron sus respectivos rumbos. Ambxs niñxs se transforman
en jóvenes adultos con un universo de posibilidades frente a ellos. Es así que, pasan 12 años
hasta su próximo encuentro. Na Young, quien adopta el nombre de Nora Moon, encuentra a
Hae Sung mediante Facebook. Desde la virtualidad, comparten su día a día. Sin embargo, la
mala conexión de internet, la diferencia horaria y las distintas rutinas se convirtieron en
peldaños, los cuales terminaron de construir una barrera entre ellos. Su lazo se debilitó. Sus
corazones no supieron manejar la ausencia del contacto, del afecto.
Otros 12 años vuelven a transcurrir.
En el mientras tanto, Nora encontró el amor. Su compañero de vida, Arthur, es un escritor
como ella, a quien conoció en un retiro para artistas de su universidad. En paralelo, Hae
Sung terminó su carrera universitaria y finalizó sus estudios de mandarín. Aunque, él no
tuvo suerte en el amor. No obstante, la desdicha lo lleva a tomar una decisión importante:
viajar a Nueva York a ver a Nora.
Nora y Hae Sung se vieron en Nueva York, tras 24 años de no compartir la cercanía del uno
con el otro. Las conversaciones fluyeron. Las anécdotas reviven. El cariño vuelve a nacer.
Lo interesante de Vida Pasadas es que no tiene un final de cuento de hadas. Es una historia
realista, con personajes complejos e intensos. Sus encuadres se logran gracias a la dirección
de Celine Song, mediante los planos detalles hasta los panorámicos. Todo tiene su propósito
y función. Como espectador te metes debajo de la piel de lxs protagonistas. Sentís el frío de
Nueva York, o la calidez del cruce de miradas. Cada parte de la estructura narrativa, tanto
visual como sonora, nos muestra el romanticismo. Anhelar un día cálido, disfrutar del comer
bajo la luz de la luna o envolverte en el abrazo de un amigo. No es el amor hollywoodense al cual podemos estar acostumbrados. El romance yace en otro plano. El romance se desarrolla en el ser y en el estar.
Celine Song tuvo un espectacular debut como directora, guiando a Greta Lee, Teo Yoo y John Magaro a la composición emocional y romántica de un audiovisual. Un film que llegó a la nominación de los Oscars. No caben dudas de que el futuro es prometedor para estas
estrellas.